El Pianista

"Y el pianista?" Ya era muy tarde cuando le pedi que no lo hiciera. Justo cuando cayo la primera gota en el Big Ben, supe que nada seria lo mismo. Le pedi que no lo hiciera; le dije que no, y ella me dijo, "que si, muchacho." Y nadie quizo

matar al pianista.

Le quise hablar del amor y de otras cosas que tampoco tienen sentido, pero los ecos de otros buques petroleros que retumbaban en mi hueco

manicomio me amarraban las palabras a la lengua. "El amor vacio no sabe igual que el amor con huevo", le dije.

Y como sin creerme, le dije que no, y ella me dijo, "que si, muchacho." Y todo se hizo fruta, y tostamos un melon al sol, y de el salieron quinientos cangrejos vestidos con sacos y corbatas, y pantalones ajustados, y explotaron, y se hicieron polvo, y el polvo se hizo pizza, y la pizza llego a mi estomago, y revivieron dentro de mi, y mataron al pianista.

Le pedi que lo hiciera. Le dije que si, y me dijo, "que no, muchacho."

Ya nadie pregunta por el pianista.